Las palabras que están en los libros, están porque el autor lo decide así; las coloca de una de las muchas maneras
que se podrían colocar. Y después de mucho pensar, poner, quitar y sufrir
corrigiendo hasta la exasperación, dejarlas plasmadas en el libro para siempre. Luego, esperan pacientemente que
alguien abra el libro y pose su mirada sobre ellas, las palabras, y sentir la calidez de unas manos, que con el dedo índice señalen el párrafo preferido.
Pero a veces las palabras no
esperan a que alguien las busque, y (por la acertada iniciativa de alguien), se liberan de las apreturas del libro cerrado para ver si el interés de lo que cuentan, suscitan por lo menos curiosidad, como le sucedió al viajero despistado que prestó toda su atención al papel embutido en plástico que estaba
pegado en la ventana del autobús, por distraerse
nada más.
“Hay
en el lenguaje vulgar frases afortunadas que nacen en buena hora y que se
derraman por toda la nación, así como se propagan hasta los términos de un
estanque las ondas producidas por la caída de una piedra en medio del agua". El
viajero, lector ocasional, quedó tan gratamente sorprendido que quiso seguir hasta el final.
“Cae
una palabra de los labios de un orador en un pequeño círculo, y un gran pueblo
ansioso de palabras la recoge, la pasa de boca en boca, y con la rapidez de un
golpe eléctrico un crecido número de máquinas vivientes la repite y la
consagra, las más de las veces sin entenderla y siempre sin calcular, que una
palabra sola es, a veces, palanca suficiente a levantar muchedumbre inflamar los ánimos y causar en
las cosas una revolución” …
Entre asombrado y agradecido, el viajero
busca el nombre del autor, aunque con ello pierde la ocasión de bajarse en su
parada.
En este país. Firmado: "Fígaro"
- Artículos - de Mariano José de Larra;
Más de un siglo y medio después de que
Mariano José de Larra, escribiera estas palabras, hay quien todavía hoy las descubre
por primera vez, y por casualidad, en la
ventana de un autobús.
P. Merino.
Imagen: Internet
Gran periodista, Larra.
ResponderEliminarAzote de su tiempo.
Si viviera en este se encontraría con palabras de "moda", sacadas de otros idiomas y carentes de rigor: Indexador (por indicador), concientizar (por la de siempre, concienciar, porque al tener más letras, parece más importante) y un etc. desastroso que usan los políticos (no solo Cospedal) para disimular (externalización, por ejemplo)
Creo que si Larra escuchara algunas de las palabras "modernas",tomo cómo ejemplo la de "miembra", conque dañan nuestro rico vocabulario se llenaría de espanto.Besotes
ResponderEliminarPues, yo recibo estas palabras de Larra por tí, ahora,
ResponderEliminarasí que gracias, Puri.
Muy buen fin de semana
Besos
A mí me encanta leer esos trozos que encuentro en el metro.
ResponderEliminarBesitos
De ideas y pensamientos, se sentires, de vida, están hechos libros y cualquier forma de descubrirlos es buena.
ResponderEliminarMagníficas tus letras de hoy y esta sugerencia maravillosa que nos dejas.
Besicos.
Palabras que ruedan...Cada tiempo tiene las suyas. Ahora parece, por ejemplo, que nos hemos pasado la vida hablando de escraches. Larra hubiera puesto el grito en el cielo.
ResponderEliminarBesos
Me encanta leer cualquier pensamiento aunque esté escrito en un cristal, tiene el mismo valor que si estuviera en un libro.
ResponderEliminarUn beso.
Larra sigue siendo actual y no solo por el estilo.
ResponderEliminarBien traído.
La vida, y por tanto, el efecto multiplicador de las palabras, se ha reducido mucho desde los tiempos de Larra. Ahora su potencial es efímero, y la revolución se queda en el whatssap.
ResponderEliminarPero reconforta leer a este lúcido pensador ( no utilizaré el término periodista, porque ahí los cambios son monstruosos)
Un abrazo
Me has recordado dos de ellos: "El castellano viejo" y "Vuelva usted mañana".
ResponderEliminarPalabras de Larra:
Panadizo. Excrecencia. Torniscón. Exornados...
"ARTÍCULOS" Larra. Editorial Bruño
Besos