viernes, 28 de junio de 2013

Amanece, que...


Alguna vez  nos cogió por sorpresa  la hora del amanecer, pero como íbamos a otra cosa  y no entraba en nuestros planes, no  le prestamos  ninguna atención. Muy distinto sería  si, como los buenos proyectos, se prepara con antelación. 



NORMAS PARA VER AMANECER:
Poner el despertador una hora antes del "espectáculo". Vestirse y salir corriendo a buscar el montecito más cercano y subir deprisa, no sea  que  ese día el sol se impaciente por salir y no respete los cálculos que los hombres sabios y  eminentes lumbreras hicieron hace tantos siglos. Una vez arriba, buscar un sitio para sentarnos en  primera fila, a poder ser.  Condición indispensable, haberse quitado bien todas las legañas.
¡Por favor!  que todo el mundo  se calle, y nada de palomitas ni termos con  café,  total sólo va a ser un momento, ¡un momento genial!


El telón oscuro e infinito, empieza disolverse y sin poder decir en que momento exacto sucede, un gris luminoso destierra el negro de la noche,  dejando entrever un color rosáceo y luego  anaranjado;  naranja suave al principio,  brillante y agresivo después. 
La oscuridad se resiste, hasta que de golpe el color  naranja intenso se convierte en un amarillo luminoso, haciéndose respetar, con la fuerza necesaria para cegarnos y  hacer nos cerrar los ojos, y casi a la vez abrir la boca para que salga un ¡oh! emocionado y demostrar así nuestra admiración.


Es cierto, no hay prisa, volverá a repetirse el espectáculo, que deja de serlo porque sucede todos los días, de todos lo años, de todos los siglos. Pocos son los que se privan de unas horas de sueño para disfrutar de ese maravilloso momento, porque saben que cualquier otro día se volverá a repetir.

Puri Merino.
Foto: Julio Cobos

miércoles, 19 de junio de 2013

FIN DE CURSO

"Fin de curso", frase muy repetida por estas fechas.










Exposición de fin de curso: mis cuadros.)

Fotos, Puri Merino.

lunes, 17 de junio de 2013

"SUS VENTANAS"


Hay casualidades en la vida que se quedarían en eso,  si no fuera por lo que sucede después.

Fue en la tarde de ayer; estaba esperando  al autobús, una persona que hay sentada en la parada mueve el brazo para llamar mi atención. A la segunda vez, vuelvo la cabeza, y allí sentada en el asiento metálico de la parada refugiándose del sol, estaba ella, una mujer mayor, menuda y que ya usaba una muleta por la vejez. Es una señora muy  conocida en el barrio por ser desde hace muchos años, propietaria (aunque ya no lo regentaba) del quiosco que hay allí al lado. Yo también la conocía, como muchos, sólo de vista, nunca había cruzado una palabra con ella.
 Al mover el brazo me indicaba que las tres ventanas del primer piso de la casa que hay  justo detrás de la marquesina de la parada eran suyas, "esas tres" indicaba estirando tres dedos, "son mías", dándose después con un dedo en el pecho. Miré hacia donde me indicaba, las tres  ventanas con las persianas bajadas, asentí con la cabeza y creo que le sonreí, pero no le presté mucha atención. Al poco llegó el autobús, y me fui. 

Hoy ya lo sabemos todos, la explosión que se escuchó  esta madrugada en todo el barrio, terminó con su   casa y la de arriba y ya no hay ni rastro de las tres ventanas. Sus ventanas.  Y lo peor tampoco de su vida.
Y me pregunto si fue casualidad u otra cosa, que quisiera enseñar  sus ventanas unas horas antes, como si supiera que hoy ya no estarían. Lo dejaremos  en casualidad, triste, pero casualidad.

Tomé una foto del desastre, esta mañana, aunque no sea  necesario, se  verá por la televisión cuarenta veces. La foto interesante, hubiera sido la que yo no hice ayer para retratar "sus ventanas".                        

P. Merino.

P.D. No era esto lo que iba a ser la siguiente entrada, trataba de la exposición de fin de curso, y de mi aportación, o sea los cuadros que yo expuse en  la misma.
Como verán algo bastante más banal y sin importancia, sobre las cosas que hacemos a ratos para no aburrirnos.


lunes, 10 de junio de 2013

Una mañana en el retiro.



Un larguísimo paseo lleno de casetas abarrotadas de libros.
A través de la megafonía nombres de escritores más o menos famosos que se anuncian porque están o estarán firmando sus libros para sus lectores en la caseta número tantos, la lista es bastante amplia en todos los sentidos. Lista que provoca por lo menos curiosidad, y a veces extrañeza. Ingenua de mi, de vez en cuando pregunto
¡Ah! ¿pero este... también tiene libro?

Me fijé más en otras curiosidades porque los libros aparte de la guinda de la firma del autor, se pueden encontrar en cualquier librería.

                                                 Barquilleros en peligro de extinción

El único ángel caído

La juventud ameniza el paseo.      
                                 
"Aquí

la primavera 

                                                                     tarda

menos."

                                                    Rosaleda del Retiro, Madrid

Y sales de allí con la agradable sensación de que todo es perfecto, que todo está en orden, y que las personas que nos cruzamos con camisetas verdes en las que se lee "por una enseñanza pública y de calidad" están fuera de lugar, te hacen volver a la cruda realidad.


Fotos: Puri Merino.

martes, 4 de junio de 2013

Crónica de un viaje exprés y una maleta

Sucedió el miércoles pasado, un grupo de amigas y compañeras, querían estrenar el AVE, haciendo un viaje de ida y vuelta en el día, empezaron a buscar a que sitio ir, hasta que surgió Valladolid.
- Si,  si, las animé, está muy bien y no se tarda casi nada.
 -Pues podías venirte tú y así nos haces de guía. 
-Yo, no tengo pensado ir, todavía, ya veré.  Y lo vi. (No me pude negar todas saben que soy de allí).
Miércoles; a las nueve de la mañana ya estábamos en Chamartín, el grupo en cuestión, ocho en total.  Como era ir y volver en el día,  todas ligeras de equipaje menos yo que decidí  aprovechar la ocasión para quedarme hasta el domingo.  Para ir más libre pensé dejar la maleta en la consigna de la estación  hasta  que  ya de vuelta de hacer la visita, la recogería y ellas se volverían  en el tren de las  19,30.  Todo bien, salvo un pequeño detalle, la consigna estaba cerrada. Así es que  con maleta incluida, empezamos la visita.
Desde la Estación al Paseo de Recoletos, Plaza de  Zorrilla, Calle de Santiago, Plaza Mayor, Catedral, Universidad, La Iglesia de la Antigua, Palacio de los Vivero, Museo Nacional de Escultura, -motivo principal de la visita-, ¡suerte!  aquí  si tienen consigna  para dejar la maleta, con lo cual hice la visita tranquila y como Dios manda, allí sobre todo. Previa recogida de la maleta, salimos de allí y vamos a San Benito, Patio Herreriano, plaza del Poniente, unas fotos con Rosa Chacel (la pobre siempre esperando). Nos acercamos a la Rosaleda, sin rosas todavía, una pena. Y ya puestas nos asomamos al Pisuerga, es natural “aprovechando que pasaba por allí mismo”. Hacemos un alto para comer cerca de la Plaza Mayor, la suerte nos pone delante un letrero que dice "los miércoles cocido". Adentro. Estaba buenísimo.


 Ni que decir tiene que las compis se turnaron cuando les empecé a dar pena tirando de la puñeteramaleta. El día no pudo ser más desagradable y cuando estábamos dentro del Palacio de  Santa Cruz viendo una exposición sobre la cultura de  África, empezó a diluviar. Allí la maleta se quedó en la entrada de la sala a la vista de la cuidadora porque me dio no se qué  entrar con ella, aparte del ruidito que hacía en el cuidado suelo de madera,  la pobre  se podía  asustar con los señores llenos de plumas y lanzas que allí  se exhiben  en absoluta  penumbra. 
Y  sin dejar de llover ya de vuelta  hacia la estación, pasamos, sin entrar, porque estaba cerrado,  por la otra, casa de Cervantes. 

Domingo;  nueve de la mañana, de vuelta a Chamartín. Calle de la Estación, ni un alma por la calle,  perdón, el único alma que había en la calle venía justo hacia mi,  y yo, desconfiada por naturaleza no le quito el ojo de encima y por si acaso vigilo sus movimientos. Cuando ya le tuve cerca: hombre joven, descuidado, con una mochila mugrienta y un envoltorio que podía ser el colchón de dormir en cualquier sitio, me miró fijamente con una expresión de indiferencia  y desdén, así como… “te perdono la vida porque estoy cansado, que si no". Eso traducido al instante por mi,  es igual a: me da un porrazo, caigo para atrás y del golpe  casi me rompo la “crisma” y ya en el suelo por la rayita de luz que me queda antes de llegar al  todo negro,  veo como me arranca el bolso y se lleva la  puñeteramaleta.

Empieza a moverse el tren, en el alero que queda por encima de mi cabeza,  cómodamente instalada, con las ruedas muy perjudicadas, pero hartita de cultura,  -ella-,  aprovecha para  echarse una  "minisiesta", esto es el AVE, querida.


Puri Merino.
Fotos: P. Merino.