viernes, 18 de julio de 2014

Sensaciones urbanas

Al llegar  la noche, la transitada estación de Chamartín, se queda así. Las luces caen sobre las cosas, sólo sobre las cosas.
  No hay prisas, y los pocos que quedan, ya somnolientos, esperan el tren para terminar esa división  repetitiva  del  tiempo, día-noche,   cuando para otros casi, casi, está a punto de empezar. 




Pasillos largos y tan vacíos que  parecen inútiles, cuando sólo descansan y esperan. Dentro de unas horas  todo será totalmente diferente, y la pista de patinaje  limpia  y sin obstáculos de ahora, parecerá un escenario lleno de gente ejecutando  una especie de baile sin música, sin ensayar,    con movimientos rápidos y mecánicos, como si  apenas  pisaran el suelo. La cabezas  altas buscando la clave; un número de vía que case con  el nombre del sitio donde van, y desparecer por  el hueco  indicado lo antes posible. 


Estación de Chamartín,  Madrid, 17 de julio, 12 de la noche. 

Purificación.

Pido excusas por las fotos, hechas con el móvil. Son malas, pero ahí, en varios clic, estaba la sensación urbana,  que las fotos y yo intentamos explicar.