Enseguida pensé en la estantería, en la mente ya le tenía completamente ubicado y sólo tuve que alargar la mano y sacarle del letargo de mucho tiempo. Su aspecto siempre me pareció elegante, encuadernado en color azul oscuro, el título en dorado y con letras blancas algo abstractas, su firma.
Una buena temporada estuvo en la mesita de noche, al ser una biografía tenía libertad para no llevar el orden de los capítulos y repetir los pasajes que me gustaban. Era otro descubrimiento para mí vida lectora y me tenía encantada después que alguien me regaló los "Veinte poemas de amor..." Empecé a pasar las hojas deprisa, escudriñándolas deseosa de encontrar el párrafo, el párrafo sin duda, más conocido de todo el libro y que en su momento me llamó tanto la atención, y... allí estaba la punta doblada de la página 58, que me corroboró que era así, que era la página que leí más de una vez.
La urgencia se debía al tema de la clase del otro día -Historia de América Latina-, cuando el profesor en un momento dado preguntó al aire; y por qué no hablan el maya, o el guaraní, el aymara, el quechua, o cualquier otra de sus lenguas y se quedaron con el español? Dando a entender que todo no fue tan malo como se ha dicho y escrito. ¿Porque se vieron obligados?, pensé yo, -sería lo más creíble-, o que con el tiempo se dieron cuenta que era más práctico ante tantas lenguas nativas, poder entenderse todos con una sola. Yo estaba todavía en que que tuvo que ser horrible, conquista o descubrimiento, como se quiera llamar. Para ellos una invasión sin más.
Cuatro siglos después yo todavía me consideraba heredera de los invasores y a éllos los invadidos, hasta que Neruda se enamoró del lenguaje, de las palabras que nos fuimos dejando por allí, con la indiferencia de algo que nos sobra, sin darle la importancia debida. Para él, la herramienta perfecta con que hacer sus filigranas, y perdonarnos a su manera todo lo demás.
Ahora la gratitud es doble, por el perdón y por las joyas literarias que de rebote recibimos y entendemos perfectamente.
La palabra
“La palabra”, Confieso que he vivido, Pablo Neruda
(1974)
Cuatro siglos después yo todavía me consideraba heredera de los invasores y a éllos los invadidos, hasta que Neruda se enamoró del lenguaje, de las palabras que nos fuimos dejando por allí, con la indiferencia de algo que nos sobra, sin darle la importancia debida. Para él, la herramienta perfecta con que hacer sus filigranas, y perdonarnos a su manera todo lo demás.
Ahora la gratitud es doble, por el perdón y por las joyas literarias que de rebote recibimos y entendemos perfectamente.
La palabra
"...Todo lo que usted quiera, sí señor, pero son las palabras las que cantan, las que suben y bajan… Me prosterno ante ellas… Las amo, las adhiero, las persigo, las muerdo, las derrito… Amo tanto las palabras… Las inesperadas… Las que glotonamente se esperan, se acechan, hasta que de pronto caen… Vocablos amados… Brillan como piedras de colores, saltan como platinados peces, son espuma, hilo, metal, rocío… Persigo algunas palabras… Son tan hermosas que las quiero poner todas en mi poema… Las agarro al vuelo, cuando van zumbando, y las atrapo, las limpio, las pelo, me preparo frente al plato, las siento cristalinas, vibrantes, ebúrneas, vegetales, aceitosas, como frutas, como algas, como ágatas, como aceitunas… Y entonces las revuelvo, las agito, me las bebo, me las zampo, las trituro, las emperejilo, las liberto… Las dejo como estalactitas en mi poema, como pedacitos de madera bruñida, como carbón, como restos de naufragio, regalos de la ola… Todo está en la palabra… Una idea entera se cambia porque una palabra se trasladó de sitio, o porque otra se sentó como una reinita adentro de una frase que no la esperaba y que le obedeció… Tienen sombra, transparencia, peso, plumas, pelos, tienen de todo lo que se les fue agregando de tanto rodar por el río, de tanto transmigrar de patria, de tanto ser raíces… Son antiquísimas y recientísimas… Viven en el féretro escondido y en la flor apenas comenzada… Qué buen idioma el mío, qué buena lengua heredamos de los conquistadores torvos… Estos andaban a zancadas por las tremendas cordilleras, por las Américas encrespadas, buscando patatas, butifarras, frijolitos, tabaco negro, oro, maíz, huevos fritos, con aquel apetito voraz que nunca más se ha visto en el mundo… Todo se lo tragaban, con religiones, pirámides, tribus, idolatrías iguales a las que ellos traían en sus grandes bolsas… Por donde pasaban quedaba arrasada la tierra… Pero a los bárbaros se les caían de las botas, de las barbas, de los yelmos, de las herraduras, como piedrecitas, las palabras luminosas que se quedaron aquí resplandecientes… el idioma. Salimos perdiendo… Salimos ganando… Se llevaron el oro y nos dejaron el oro… Se lo llevaron todo y nos dejaron todo… Nos dejaron las palabras".
“La palabra”, Confieso que he vivido, Pablo Neruda
(1974)
Aclaración, por si fuera necesario: Aunque no tenga mucha relevancia, es cierto lo que escribí más arriba. Y quise utilizarlo como introducción, aunque en verdad es la excusa, que no haría falta, para traer aquí las maravillosas y conocidas palabras de
-Ricardo Eliécer Neftalí Reyes Basoalto-, Pablo Neruda, contenidas en este interesantísimo libro póstumo de memorias de su intensa y apasionada vida.
Purificación.
-Ricardo Eliécer Neftalí Reyes Basoalto-, Pablo Neruda, contenidas en este interesantísimo libro póstumo de memorias de su intensa y apasionada vida.
Purificación.
Hace ya mucho tiempo quue no doblo las esquinas de los libros: ahora tengo marcapáginas...
ResponderEliminarYo no me hago responsable de lo que hicieron mis antepasados(me sobra con sentirme mal por lo que hacen mis contemporáneos), pero, fíjate: los nuestros (conquistadores) eran aventureros o quijotes, los conquistadores de norteamérica eran presidiarios: de los indios nativos, hay pocos y en reservas (acabaron con razas enteras), de los sudamericanos hay muchos, incluso en la presidencia del país (Chávez y Morales).
La palabra también la dejaron los ingleses...
Neruda es magnífico y ese libro, precioso (cuando menos).
Necesitaba motivación para leer ese libro y ya la tengo. Esas palabras de oro que se les cayeron a los torvos conquistadores me han ganado el corazón. Besos, Puri.
ResponderEliminarQue razón tenía el Chileno Neruda. "Nos dejaron todo.... Nos dejaron las palabras". La palabra lo es todo. Saber cocinarla, mezclarla y presentarla es un sueño solo al alcance de unos pocos.
ResponderEliminarGracias por traer un trocito de la obra.
Besos Puri
Es verdad que las palabras es un gran tesoro con las que podemos hacer toda una infinidad de escritos que nos permita hacer el otro gran tesoro que es la imaginación. Besicos
ResponderEliminarLas palabras...también a mi me hechizan y maravillan, quizá por eso empecé a escribir hace casi dos décadas y sigo sin detenerme.
ResponderEliminarY realmente neruda vivió y supo confesarlo porque fue muy consciente de ello.
cuando estuve en Chile en 2008 visité sus tres casas. las tres auténticas obras de arte, situadas en lugares privilegiados... Una maravilla digna del genio que era.
Un abrazo.
Solo la palabras puras en su expresión humana pueden reconciliarnos con la historia. Y los quedamos ganamos la virtud del idioma, del idioma que alimentamos de nuestra propia sangre: Neruda.
ResponderEliminarParece que funcionó. En realidad, Neruda no existió. Fue una invención de nosotros, los invasores, para provocar vuestro acatamiento poético. Ahora no usamos lanzas, utilizamos la poesía para someter a los demás.
ResponderEliminarAbrazos, siempre
Parece que funcionó. En realidad, Neruda no existió. Fue una invención de nosotros, los invasores, para provocar vuestro acatamiento poético. Ahora no usamos lanzas, utilizamos la poesía para someter a los demás.
ResponderEliminarAbrazos, siempre
Me encanta este trozo que dejas aquí de Neruda donde habla de los conquistadores torvos y las palabras que fueron dejando como piedrecitas. Lo he utilizado para uno de mis libros que comparto con Rafael del Moral "Manuel Práctico del Vocabulario del Español", porque nos pareció un párrafo de una gran belleza.
ResponderEliminarBesos
Luz
Parte de este texto, me lo dedicó nuestra amiga Isabel García en una carta literaria, -en el club de lectura Juan I -, la cual, fue incluida en el librillo "Poemas 2000". ¡Un texto precioso de Neruda!
ResponderEliminarFelices Fiestas para todos
Besos
Qué grande fue Pablo Neruda, hasta cuando la torrentera de sus palabras le llevaba por sitios demasiado usados. Sus memorias me tuvieron atrapado un mes de agosto, hace mucho tiempo.
ResponderEliminarBesos.
Hago alusión a esta entrada en la mía de mañana jueves.
ResponderEliminarGracias Pedro, por considerarlo de interés.
EliminarBesos.
Me encanta Neruda.
ResponderEliminarDeseo que pases unas felices navidades, y, que la magia, la ilusión y la esperanza, siempre estén en tu vida, no sólo en navidades, sino todos los días del año.
¡Felices fiestas!
Un beso.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarTras la Independencia, ocurrida hace dos siglos no cuatro, de lo que hoy conocemos como Hispanoamérica, el idioma menos hablado en todo ese vasto territorio que hoy engloba a más de veinte naciones, era, curiosamente, el español. Lo que le hacía valioso frente al resto de lenguas amerindias era que, por sí mismo, se había constituido en lengua franca (las comunicaciones, el comercio, las Constituciones, los embajadores, las universidades…), no solo por ser el hablado por las elites criollas –las impulsoras de la independencia-, sino porque disponía, ya entonces, de escritura y gramática. Así lo entendieron los caciques indígenas que enviaban a sus hijos a las metrópolis a estudiarlo. Los territorios lingüísticos jamás se ganan por la fuerza, de ser así los profesores de idiomas enseñaría a golpes y castigos, sino que se aprenden. Y se aprenden por interés: para comunicarse.
ResponderEliminarGracias Humberto, por tu visita y por esta interesante aclaración. Hay muchas cosas que nos quedan por saber.
EliminarY tienes razón las lenguas avolucionan solas, sin que nadie lo imponga, muestra de que están vivas.
Saludos.
Perdón *evolucionan
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