miércoles, 1 de mayo de 2013

Los otros sentidos


            Abro la puerta y noto el olor a polvo y a nada, que se produce en los sitios deshabitados largo tiempo.
            Al entrar tropiezo con un paragüero y cae  al suelo, me agacho y lo busco con las manos, el tacto frío me confirma lo que antes  dijo el sonido; es metálico, lo levanto y sigo andando con los brazos extendidos para comprobar dónde termina el pasillo. En las paredes hay cuadros colgados a diferentes alturas. A mano izquierda encuentro un vacío, es la entrada a una habitación, giro para entrar, a los dos pasos me doy en las piernas con la cama, me inclino para poder tocarla, palpo la ropa, una suave y mullida manta se recoge debajo del colchón. Doblada, en la parte de los pies, una colcha  de algodón, más fina y de tejido más firme con dibujos en relieve y flecos en los extremos. En la mesita de noche de este mismo lado hay una lamparita baja, dos porta-fotos pequeños, un paquete de pañuelos y un frasco de colonia, lo abro, el olor demasiado penetrante y empalagoso me hace cerrar los ojos y contener la respiración. Precipitadamente lo cierro y casi lo caigo al suelo pero procuro dejarlo mas o menos donde estaba.


                En la pared situada a los pies de la cama hay un mueble con varias estanterías, en la que queda a la altura de mis manos hay unos cuantos libros que al tocarlos se tumban hacia  un lado con efecto dominó. El polvo que se desprende me hace toser.
            En la misma pared un poco más adelante hay una ventana, paso la mano de arriba abajo hasta encontrar el pestillo, tiro y la abro. Enseguida noto agradecida el aire fresco de la noche. Piso lo que debe ser la alfombra que  se me engancha en los pies y de una patada la meto debajo de la cama. En la pared que queda enfrente de la puerta hay un mueble bajo con cajones, encima colgado en la pared, la calidez de un marco de madera que sujeta la superficie dura y fría de lo que puede ser un espejo, después también colgado una percha con collares y cinturones, un poco más adelante unas fotos fijadas a la pared con chinchetas. Me siento en la cama y reculando llego a la otra mesita, también  hay una lámpara, un libro y un estuche de gafas. La cabecera es de metal con barras cruzadas formando cuadrados, en una de ellas, sujeto con un pañuelo anudado, un cable que termina en un interruptor con forma de pera.    Enciendo la luz...   no sé por qué,  no me hacía falta.
                                                       
  P. Merino
 Foto: Thedreamofpupet.

10 comentarios:

  1. En primer lugar, muchas gracias por pasar a visitarme, me encantó verte por allá.
    Pero lo más importante, qué buen blog, leí tres entradas y me pareció que deberías hacer algo más para que otros lo visiten, porque lo merece con creces.
    Ya voy a visitarte con más (y mejor) tiempo, aprovecho para dejarte un gran cariño.
    HD

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    1. Bienvenido, Humberto, gracias por tu visita y tus apreciaciones. Si te digo la verdad no esperaba la visita, tiene que ser un poco agobiante, tener tantos comentarios, y cumplir con todos. Así que mi agradecimiento es doble.


      Saludos.

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  2. Un texto claro y puro, como solo tu sabes hacerlo. Comparto las opiniones de Humberto y Mª Jesus, dos grandes entre los grandes.
    Un abrazo Puri

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  3. Me has hecho caminar a oscuras adivinando qué era cada cosa que tocabas, me ha "dolido" ese golpe en las piernas con la cama, casi caes al tropezar con la alfombra,reconoces cantidad de objetos, de verdad que pensé que la luz se había ido.......Claro que al encender la luz y decir que no te hacía falta me has hecho pensar que eras invidente.
    Un relato muy sorprendente.Saludos

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  4. Impresionante tu escrito porque ... ¿Sabes que he ido viviendo cada escena con tus letras? he tropezado con el paraguero, me has hecho acercarme al suelo, después he andado hasta el pasillo, he visto la ventana, las paredes, las fotos en la pared, las chinchetas, la cama... madre mía qué buena descripción has hecho, te felicito por ella.

    Un beso.

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  5. Muy bonito de verdad, el tacto, la intuición, los recuerdos, el instinto, todo eso ve más que la luz.

    Besicos

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  6. Entro contigo en esa casa, sin miedo a tropezar. Los sentidos son más de cinco. Huellas de vida. Bello relato, con olor a colonia añeja, algo pesada. Joya o Maja, ¿te acuerdas de esos perfumes?

    Mi blog está ahora más fácil para acceder, pesa menos, ya me entiendes, los del Blogger me han hecho caso.

    Besos

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  7. Es lo que tiene conocer nuestra madriguera.
    Me recordaste una peli de Audrey Hepburn (si no recuerdo mal)que hacía de ciega.
    Besitos

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  8. Vaya, justo ahora se funden los plomos....
    Un abrazo

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Por razones ajenas a la autora de este blog, no se admiten comentarios anónimos. Pido disculpas y espero volver a permitirlos más adelante. Gracias.