La mañana era clara y el azul del cielo sorprendente. Sobrevolaba los tejados, no como otros días, ya era necesario encontrar un sitio aparente para hacer el nido. Venía de la otra parte de la ciudad, admirando los enormes nidos que las cigüeñas orgullosas y prepotentes construyen en las históricas torres que llevan siglos mirando al cielo y que parecieran reservadas para ellas. Pero ese no era su sitio
Los brillos de las anillas de hierro sujetas con cemento, en la base del tejado le mandaron una señal que fue decisiva para el aterrizaje. Enseguida empezó a reunir lo necesario para formar el hogar donde acoger a los polluelos que pronto nacerían.
Era inteligente y muy observadora, reconoció las partes brillantes como los anclajes de una de tantas antenas que habitan los tejados, y advirtió que aquélla no fue como las demás porque en el espacio que la rodeaba quedaban los ecos de conversaciones, palabras en clave muchas veces repetidas que poco a poco aprendió de tanto escucharlas. Saludos, preguntas, respuestas, cortas conversaciones amables, nombres de ciudades, que llegaban y volvían, desde, y a cualquier parte del mundo. CQ... QSO.. QSL... QSL... QTH...QRC... QRM...QRB.
Empezó a incubar los huevos repitiendo una y otra vez los galimatías aprendidos con una idea muy clara; que sus polluelos cuando empezaran a volar tuvieran un gran sentido de la orientación, igual al de las viajeras empedernidas capaces de llegar hasta el infinito, y volver dejando miles de estelas invisibles en el espacio, por donde hacer transitar los mensajes, como la antena de "radioaficionado" que ocupó el mismo lugar.
El ambiente era mágico, la ubicación del hogar privilegiada y el espíritu que gobierna las ondas y atrapa todo lo que sucede en los tejados, sin duda haría todo lo demás.
No importaba, nadie se lo tomó como una ocupación indeseable e inoportuna. Al contrario, los habitantes de la casa lo aceptaron como si él lo hubiera dispuesto así.
(CQ. etc...; códigos usados por radioaficionados)
Purificación
Fotos: internet
Era inteligente y muy observadora, reconoció las partes brillantes como los anclajes de una de tantas antenas que habitan los tejados, y advirtió que aquélla no fue como las demás porque en el espacio que la rodeaba quedaban los ecos de conversaciones, palabras en clave muchas veces repetidas que poco a poco aprendió de tanto escucharlas. Saludos, preguntas, respuestas, cortas conversaciones amables, nombres de ciudades, que llegaban y volvían, desde, y a cualquier parte del mundo. CQ... QSO.. QSL... QSL... QTH...QRC... QRM...QRB.
Empezó a incubar los huevos repitiendo una y otra vez los galimatías aprendidos con una idea muy clara; que sus polluelos cuando empezaran a volar tuvieran un gran sentido de la orientación, igual al de las viajeras empedernidas capaces de llegar hasta el infinito, y volver dejando miles de estelas invisibles en el espacio, por donde hacer transitar los mensajes, como la antena de "radioaficionado" que ocupó el mismo lugar.
El ambiente era mágico, la ubicación del hogar privilegiada y el espíritu que gobierna las ondas y atrapa todo lo que sucede en los tejados, sin duda haría todo lo demás.
No importaba, nadie se lo tomó como una ocupación indeseable e inoportuna. Al contrario, los habitantes de la casa lo aceptaron como si él lo hubiera dispuesto así.
Purificación
Fotos: internet
Con todas las palomas que hay en las ciudades y jamás he podido ver un nido, siempre me pregunto donde anidarán, jamás he visto tampoco a sus crías.Besicos
ResponderEliminarDesde mi QTH, te envío esta QSL.
ResponderEliminarListiña, la paloma.
Muchas gracias por tu QSO
EliminarEnviar mensajes: hermoso oficio, sin duda.
ResponderEliminarBesos.
Eso de las palomas mensajeras siempre me ha parecido de lo más interesante y mágico.
ResponderEliminarBesos besos
¿Y si los cazadores matan a las palomas mensajeras?
ResponderEliminarBello texto, Puri.
Besos
Llevo años oyendo esas siglas, incluso ahora mismo las estoy escuchando, pero nunca me las he aprendido. Claro que no presto nada de atención. Ellos a lo suyo, la palabra hablada, la mía, la escrita ¿La paloma mensajera? Lleva siempre el mensaje donde está su nido. Demasiado inteligente encuentro a esta paloma para aprender estas siglas. Desde luego si las ha aprendido presta mucho más atención que yo.
ResponderEliminarUn abrazo
Luz