viernes, 10 de agosto de 2012

Maneras de vivir


                                 
Imagen: Internet


                El que viaja a menudo en los trenes de cercanías lo sabe; entre estación y estación,  escenas  que se repiten todos los días varias  veces, y en el mismo viaje con  distintas personas, como si fuera un “reality” improvisado.  Personas que se dedican a pedir limosna con la mayor rapidez posible para no ser pillados por los de  seguridad. Primero reparten por cada asiento del vagón un objeto de poco valor, manoseado y sin lustre y que quede a la vista del viajero,  paquetes de pañuelos, encendedores de plástico, llaveros etc. Desde el medio del vagón cuentan deprisa  y con el mayor dramatismo posible, por qué necesitan pedir.
              Las historias son variadas, tragedias en sí, distintas pero con  finales muy parecidos, “señores perdonen las molestias, gracias por su ayuda y que pasen un buen día” después y siempre con prisa recorren de nuevo el vagón recogiendo el objeto que la mayoría ni siquiera ha mirado, y rara vez lo acompaña una moneda a cambio.
             Hay otras formas de hacerlo, por ejemplo; los que con un instrumento musical llegan se plantan en el centro del vagón y con mejor o peor acierto cantan, tocan o las dos cosas a la vez. Entonces lo improvisado es un  “festival”, y el resultado es casi siempre agradable, a veces, (pocas) se hace el silencio y  la canción certera   atrapa la atención de  los espectadores casuales.
          Cuando terminan, igual que todos, recorren el vagón con agilidad  y sólo extienden la mano si alguien les quiere dar una moneda. Aquí el público viajero suele ser más generoso, por que el efímero obsequio que dejaron a cambio, ya no lo pueden recuperar.  Esto hace más ameno el viaje, es  bastante más  grato escuchar una canción que  miserias personales, aunque también las haya en la vida del cantor.
Yo  pagué por la canción (miserablemente, la verdad) y el obsequio lo  traigo aquí, por si les suena de algo.


                “Te regalo una rosa. La encontré en el camino. No sé si está desnuda. O tiene un solo vestido. No, no lo sé.
                Si la riega en verano o se embriaga de olvido, si alguna vez fue amada o tiene amores escondidos, ay, ayayay amor…”       



“No les quiero molestar más, gracias por la atención y que pasen un buen día”

  P. Merino


3 comentarios:

  1. Algo semejante viví yo en la línea 6 del Metro,durante los dieciséis años que trabajé en esa, para mí muy querida, comunidad. Todos los lunes y viernes cogía el metro hasta Conde de Casal, para coger el Argabus para Arganda y Campo Real. Las formas de pedir eran variopintas.

    Disculpo la mendicidad siempre que no utilicen menores. Me indignaban las que pedían con un bebé más que dormido,ceporro, en los brazos. Tal vez le habían dado alguna sustancia extraña...

    Recuerdo una pareja que , en voz alta, se puso a discutir, menuda bronca. Era tan real que no supimos hasta el final que estaban haciendo teatro. Pidieron la voluntad y todos quedamos encantados de la pequeña actuación que nos habían ofrecido.

    Compartimos nuestras experiencias en los transportes madrileños.

    Un beso, Pamisola

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    1. Hola Abejita, te agradezco mucho que me leas y me dejes tu comentario con tanta rapidez, a los novatos nos hace ilusión.
      No viajo a diario en tren , pero es mi modo de transporte para ir a Madrid, lo prefiero al autobús, y a poco observador que se sea...
      Lo de los actores lo vi por la tele, y tiene que ser una experiencia, provocar que es de lo que se trata.
      Bien es verdad que la vida en los trenes de cercanías y el metro de una gran ciudad como es Madrid, debe de ser un mundo aparte.

      Abrazos, Abejita.

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  2. Esto es algo que nunca conocerán los que viajan en coches oficiales.
    Saludos. Regreso y es un placer volver a este espacio.

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Por razones ajenas a la autora de este blog, no se admiten comentarios anónimos. Pido disculpas y espero volver a permitirlos más adelante. Gracias.