En
la entrada anterior dedicada al “Placer de la Lectura”, no hago ninguna
referencia al Quijote, quizá porque me centré en una época demasiado concreta, y me emocioné hurgando en
la infancia y todo lo demás. Del Libro, diré que hasta entonces sólo había leído algún capítulo suelto. Y llegado el momento fue una lectura
muy peculiar, en un Club de Lectura, y
sólo para el libro de Cervantes. Él siempre se merece un capítulo aparte.
El Quijote, lo leí, lo leímos, en
voz alta en la Biblioteca Municipal,
Cardenal Cisneros, un grupo de
compañeras y yo, dirigía el Club de Lectura, nuestro antiguo profesor de
Literatura, P. M.Talaván. Para ello, nos cedieron el salón de actos de
la biblioteca. Fue en el año 2004, entremedias nos sorprendió la tragedia
de los
atentados de Atocha, y el triste protagonismo que tuvo nuestra ciudad, hasta entonces relacionada sobre todo con Cervantes. Hecho, que interfirió como era
inevitable en nuestras interesantes y
plácidas mañanas de lectura y que ya será difícil disociar.
Cuando terminamos la primera parte, a
mí se me ocurrió esta breve y surrealista
reflexión, que cuenta muy por encima las sensaciones, las imágenes que iba dejando la lectura, y que necesitaba esta aclaración
(Lo encontré algo tarde para
incorporarlo al “Placer de la Lectura” de
la Acequia, de todas formas lo dejo
aquí):
Otra
vez aquí, en la estancia silenciosa y vacía que nos prestan un día a la semana
para disfrutar de la lectura. No nos
arropan ni nos protegen paredes llenas de libros de arriba abajo, -los tenemos
al final del pasillo- pero su estratégica situación nos aísla del mundo exterior para disfrutar y
apreciar mejor el libro que esta temporada tenemos entre manos.
Entre manos, en la cabeza y en la boca cuando sacamos las conclusiones
pertinentes, o se nos aclara algo de lo mucho que hay que aclarar, también en
el gesto, porque a veces la ironía y la doble intención, nos hace, algo más,
que sonreír.
La
sala es poco acogedora, porque es muy
grande -o nosotros somos muy pocos-,
sombría e impersonal. Las paredes altas, oscuras y brillantes donde rebotan con
más facilidad las palabras, hasta quedarse desmayadas por encima de las sillas,
y esperar allí quietas, lo justo hasta que nos vean salir.
Y
así D. Quijote y Sancho Panza pululan
por entre los espacios, van de pared a pared, suben al techo, bajan y taconean
por el suelo con la misma facilidad que nosotros nos adentramos en su
mundo cuando imaginamos que esta
espaciosa habitación, unas veces tiene una ventana por la que echar por ella lo que no
nos gusta. Otras se convierte en la Venta, con ventero, cura y sobrina
incluida, o en los parajes fantasmales en la noche de de los batanes donde
Sancho y D. Quijote casi se convierten en pareja de hecho, por la proximidad
que obliga el miedo. También caben aquí los campos manchegos por donde circulan cabreros, pastores,
amantes despechados, mujeres imaginadas, mujeres reales, damas, pastoras
incomprendidas por ser bellas, novios suicidas etc…
En
la esquina que nos queda más lejos, donde nunca nos acercamos, sentimos los
manteos, atropellos, comidas frugales, conversaciones divertidas, párrafos
maravillosos, sueños de grandeza, promesas incumplidas, mucho sentido del
humor, en fin, la vida misma.Todo
aquí puede suceder, sólo es necesario entrar, leer, o escuchar.
Aunque
parezca que estamos en un búnker creado por nosotros mismos, para que nadie nos
distraiga ni nos interrumpa; Sin querer,
acontecimientos que pasaron fuera, se
nos colaron por las finas rendijas que dejan las puertas, o lo trajimos
nosotros como un polizón herido de muerte. Y queriendo, nos involucramos en ellos, apartando a ratos de
nuestra atención al caballero de la Triste Figura y su fiel servidor, dando un
golpe de libro y entrando, a veces, apasionadamente en el tema en cuestión,
provocando serias diferencias que el tiempo a veces soluciona, y otras, no se
sabe.
Además
de disfrutar de las continuas aventuras
de esta necesaria y complementaria “pareja”,
a la vez nos sirven de plataforma para contar otras
historias y llenar el hueco que pudiera
restar el interés del desocupado lector, y en ocasiones, para dar rienda suelta a
la imaginación propia y escribir cosas breves de aprendizaje de escritor,
aunque Cervantes lo puso tan difícil, que es más positivo considerarlo un
juego, un pasatiempo, un desahogo y quizá sin saberlo una necesidad.
Esta es la memoria de mi memoria; eso
tan frágil y tan necesario para poder decir que el curso que termina hemos
vivido una interesante experiencia gracias a D. Quijote, ¿o a Cervantes?
P.Merino Junio
de 2004
Imagen Internet
Imagen Internet
Viajastéis por esos campos manchegos con don Quijote y Talaván, buena compañía.
ResponderEliminarAquel 11 M nos marcó tanto que todos recordamos lo que hacíamos aquellos aciagos días. Y , luego, la mentira...
Besos
Siempre se filtra la realidad en la lectura: y se integra en ella.
ResponderEliminarGracias por tu aportación.
Don Quijote y Sancho salen de los libros en una vuelta a la oralidad, a través de la palabra dicha y recibida como lo hacían las clases populares del S. XVII, llenando de voces y ecos de aventuras la estancia y la imaginación de los presentes.
ResponderEliminarUn abrazo
Abejita:
ResponderEliminarFue una casualidad, pero nos marcó como dices tú, y como se ve en lo que escribí entonces. Y la mentira por ahí anda todavía.
Besos.
Pedro: gracias a ti por incluirlo.
Abrazos.
Pancho: Fue una buena experiencia, algo así, como dices tú.
Abrazos.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarMe parece muy interesante esa mezcla de lo que es el Quijote y las sensaciones que a ti te provoca. Se nota que Pedro Talaván es un gran profesor y tú y Kety ( a las dos que conozco) unas aplicadas alumnas.
ResponderEliminarBesos
Luz
Pues debí de sentirlo así, porque así lo escribí. Kety, también compartió esta experiencia con todas las demás.
EliminarPedro, además, y sobre todo sabía transmitir el entusiasmo para que hiciéramos cosas, aunque Kety el entusiasmo creo que ya lo llevaba puesto, la conocí ya con un libro escrito.
¡Hace tanto tiempo ya!, pero no se olvida.
Gracias, Luz por tus apreciaciones.
Besos.
¡Puri, qué tiempos aquellos! Lo importante es que no los olvidamos. Ya son parte de nosotras.
ResponderEliminarRecuerdo cuando fui a apuntarme al colegio, tenía que decir tres libros leídos, uno de ello era el Quijote, creo que se extrañaron un poco. ;-)) reconozco que las siguientes lecturas del Quijote me hicieron comprender muchas cosas que por mi sola no las capté. Al año siguiente vería la luz Camina Sancho Camina
Gracias Luz por esos halagos.
Besos
Jo, Kety, qué buenos recuerdos.
ResponderEliminarBesos.