viernes, 14 de diciembre de 2012

Memorias de una lectura muy particular.



            En la entrada anterior dedicada al “Placer de la Lectura”, no hago ninguna referencia al Quijote, quizá porque me centré en una época  demasiado concreta, y me emocioné hurgando en la infancia y todo lo demás. Del Libro, diré que hasta entonces  sólo había leído algún capítulo  suelto. Y llegado el momento fue una lectura muy  peculiar, en un Club de Lectura, y sólo para el libro de Cervantes. Él  siempre se  merece un capítulo aparte.
El Quijote, lo leí,  lo leímos, en  voz alta en la Biblioteca Municipal,  Cardenal Cisneros,  un grupo de compañeras y yo, dirigía el Club de Lectura, nuestro antiguo profesor de Literatura,  P. M.Talaván.  Para ello, nos cedieron el salón de actos de la biblioteca. Fue en el año 2004, entremedias nos sorprendió la tragedia de  los  atentados de Atocha, y el triste protagonismo que tuvo nuestra ciudad, hasta entonces  relacionada sobre todo con Cervantes. Hecho, que interfirió como era inevitable en nuestras  interesantes y plácidas mañanas de lectura y que ya será difícil disociar.
Cuando terminamos la primera parte, a mí se me ocurrió esta breve y surrealista   reflexión,  que cuenta muy por encima  las sensaciones, las imágenes que iba dejando la lectura, y que  necesitaba esta aclaración
(Lo encontré algo tarde para incorporarlo al  “Placer de la Lectura” de la Acequia,  de todas formas lo dejo aquí):



            Otra vez aquí, en la estancia silenciosa y vacía que nos prestan un día a la semana para disfrutar  de la lectura. No nos arropan ni nos protegen paredes llenas de libros de arriba abajo, -los tenemos al final del pasillo- pero su estratégica situación  nos aísla del mundo exterior para disfrutar y apreciar  mejor el  libro que esta temporada tenemos entre manos. Entre manos, en la cabeza y en la boca cuando sacamos las conclusiones pertinentes, o se nos aclara algo de lo mucho que hay que aclarar, también en el gesto, porque a veces la ironía y la doble intención, nos hace, algo más, que sonreír.
            La sala es poco acogedora,  porque es muy grande  -o nosotros somos muy pocos-, sombría e impersonal. Las paredes altas, oscuras y brillantes donde rebotan con más facilidad las palabras, hasta quedarse desmayadas por encima de las sillas, y esperar allí quietas, lo justo hasta que nos vean salir.
            Y así  D. Quijote y Sancho Panza pululan por entre los espacios, van de pared a pared, suben al techo, bajan y taconean por el suelo con la misma facilidad que nosotros nos adentramos en su mundo  cuando imaginamos que esta espaciosa habitación, unas veces tiene una ventana por la que echar por ella lo que no nos gusta. Otras se convierte en la Venta, con ventero, cura y sobrina incluida, o en los parajes fantasmales en la noche de de los batanes donde Sancho y D. Quijote casi se convierten en pareja de hecho, por la proximidad que obliga el miedo. También caben aquí los campos manchegos  por donde circulan cabreros, pastores, amantes despechados, mujeres imaginadas, mujeres reales, damas, pastoras incomprendidas por ser bellas, novios suicidas etc…
            En la esquina que nos queda más lejos, donde nunca nos acercamos, sentimos los manteos, atropellos, comidas frugales, conversaciones divertidas, párrafos maravillosos, sueños de grandeza, promesas incumplidas, mucho sentido del humor, en fin, la vida misma.Todo aquí puede suceder, sólo es necesario entrar, leer, o escuchar.
            Aunque parezca que estamos en un búnker creado por nosotros mismos, para que nadie nos distraiga ni nos interrumpa; Sin querer, acontecimientos que pasaron  fuera, se nos colaron por las finas rendijas que dejan las puertas, o lo trajimos nosotros como un polizón  herido de muerte. Y queriendo, nos involucramos en ellos, apartando a ratos de nuestra atención al caballero de la Triste Figura y su fiel servidor, dando un golpe de libro y entrando,  a veces,  apasionadamente en el tema en cuestión, provocando serias diferencias que el tiempo a veces soluciona, y otras, no se sabe.
            Además de disfrutar  de las continuas aventuras de esta necesaria y complementaria “pareja”,   a la  vez nos sirven de plataforma para contar otras historias y llenar  el hueco que pudiera restar el interés del desocupado lector, y en ocasiones, para dar rienda suelta a la imaginación propia y escribir cosas breves de aprendizaje de escritor, aunque Cervantes lo puso tan difícil, que es más positivo considerarlo un juego, un pasatiempo, un desahogo y quizá sin saberlo una necesidad.

Esta es la memoria de mi memoria; eso tan frágil y tan necesario para poder decir que el curso que termina hemos vivido una interesante experiencia gracias a D. Quijote,  ¿o a Cervantes?

  P.Merino                                                            Junio de 2004

Imagen Internet                                      

9 comentarios:

  1. Viajastéis por esos campos manchegos con don Quijote y Talaván, buena compañía.


    Aquel 11 M nos marcó tanto que todos recordamos lo que hacíamos aquellos aciagos días. Y , luego, la mentira...


    Besos

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  2. Siempre se filtra la realidad en la lectura: y se integra en ella.
    Gracias por tu aportación.

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  3. Don Quijote y Sancho salen de los libros en una vuelta a la oralidad, a través de la palabra dicha y recibida como lo hacían las clases populares del S. XVII, llenando de voces y ecos de aventuras la estancia y la imaginación de los presentes.
    Un abrazo

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  4. Abejita:
    Fue una casualidad, pero nos marcó como dices tú, y como se ve en lo que escribí entonces. Y la mentira por ahí anda todavía.
    Besos.

    Pedro: gracias a ti por incluirlo.
    Abrazos.

    Pancho: Fue una buena experiencia, algo así, como dices tú.
    Abrazos.

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  5. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  6. Me parece muy interesante esa mezcla de lo que es el Quijote y las sensaciones que a ti te provoca. Se nota que Pedro Talaván es un gran profesor y tú y Kety ( a las dos que conozco) unas aplicadas alumnas.

    Besos

    Luz

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    1. Pues debí de sentirlo así, porque así lo escribí. Kety, también compartió esta experiencia con todas las demás.
      Pedro, además, y sobre todo sabía transmitir el entusiasmo para que hiciéramos cosas, aunque Kety el entusiasmo creo que ya lo llevaba puesto, la conocí ya con un libro escrito.
      ¡Hace tanto tiempo ya!, pero no se olvida.

      Gracias, Luz por tus apreciaciones.
      Besos.














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  7. ¡Puri, qué tiempos aquellos! Lo importante es que no los olvidamos. Ya son parte de nosotras.
    Recuerdo cuando fui a apuntarme al colegio, tenía que decir tres libros leídos, uno de ello era el Quijote, creo que se extrañaron un poco. ;-)) reconozco que las siguientes lecturas del Quijote me hicieron comprender muchas cosas que por mi sola no las capté. Al año siguiente vería la luz Camina Sancho Camina

    Gracias Luz por esos halagos.

    Besos

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  8. Jo, Kety, qué buenos recuerdos.

    Besos.

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Por razones ajenas a la autora de este blog, no se admiten comentarios anónimos. Pido disculpas y espero volver a permitirlos más adelante. Gracias.